martes, 3 de diciembre de 2013

La aventura continúa

Día 4: 
La aventura continuó, pero esta vez solitas por Japón. Rendidas con el fish market pero aún con el gusanillo de comer pescado crudo, volvimos a nuestra zona favorita: Harajuku y alrededores. Lo primero que hicimos fue explorar la calle Omotesando, que nos la perdimos el primer día. Era como la 5ª Avenida de NY, ¡una pasada! Para muestra, un botón:

Impresiona, ¿eh?

Pasando por ahí, vimos un restaurante de sushi con bastante buena pinta. Sin dudarlo mucho, y a pesar de ser las 11 de la mañana, decidimos probar los manjares nipones. La gracia fue que te sentabas en la barra y ésta rotaba con millones de platitos de diferentes colores y tú escogías el pintxo que más te apetecía. Sabíamos que el color del plato indicaba su precio, pero ni idea de cuánto sería. Lo bueno es que  probamos un montón de cosas, nos encantaron, y no hubo tanto susto a la hora de pagar. http://youtu.be/E32sRv3ciEg

Con la tripa llena marchamos hacia Harajuku St., que podríamos calificar como "un renovado Camdem Town".  Nos encantó Harajuku, pero donde de verdad arrasamos fue en Takeshita-dori. Fijaos en la cantidad de gente que había...



Para clausurar nuestra estancia en Tokyo, cogimos un tren muy especial con destino Nueva York Odaiba. El tren era muy muy guay porque no tenía conductor y el recorrido cruzaba el río alrededor de la ciudad. Cómo habíamos previsto, lo cogimos al atardecer, y nos permitió disfrutar de estas vistas:


Odaiba es una extensa isla artificial construida en la bahía de Tokyo, donde puedes encontrar desde centros comerciales, viviendas, una playa, una noria y ¡hasta una Estatua de la Libertad! 







Y por si fuera poco, los japoneses también construyeron el Rainbow Bridge (una especie de puente de Brooklyn) para conectar la isla con la metrópoli. Era todo muy idílico, aunque un tanto artificial. Nos quedamos paseando por Odaiba hasta el anochecer, pues queríamos ver el puente iluminado, con sus barquitos etc.






















Después de contemplar estas vistas nos dirigimos a la estación de autobuses, pues de ahí salía nuestro bus hacia Kyoto. Nos desesperamos un poco para encontrar la estación, pero una señora lo más amable que os podáis imaginar, anduvo con nosotras unos 20 minutos hasta encontrar la parada. ¡No sabíamos cómo agradecérselo! A ella y a todos lo japoneses que nos ayudaron en nuestro viaje. 

KYOTO
Amanecimos en Kyoto 7 horas después, habiendo dormido en un bus nocturno (por cierto, muy cómodo). En la estación aprovechamos para empaparnos de dónde estaba el hotel, cómo llegar etc. Vamos, acabamos con 5 mapas cada una bajo el brazo. 
Lo primero que hicimos fue ver Toji Temple, desde fuera. Era una Pagoda gigante.  No nos hizo falta estar mucho más tiempo en Kyoto para descubrir que no tenía nada pero que nada que ver con Tokyo. Seguid leyendo y os daréis cuenta...

Compramos el bono-de-día del autobús (500 yenes=5000 wones=3,50€ -> así hacíamos todos los cálculos) y comenzamos a visitar el norte de la región. De camino pasamos por nuestra guesthouse para dejar las maletas, y nos costó la vida encontrarla. Resultó que en el mapa que teníamos no existía la calle del hostal... Así que después de callejear un buen rato, decidimos preguntar. Como ya os hemos dicho antes, los japoneses son súper amables, ¡y es que un señor nos llevó hasta la puerta del hotel en su furgoneta! Os parecerá algo totalmente descabellado, pero si vais a Japón os daréis cuenta de que realmente puedes confiar en ellos. 

Nos dijeron que casualmente ese día había una especie de mercado/feria en, y como nos pillaba de camino, allí fuimos. Vendían comida típica, antigüedades, ropa etc. No dudamos en probar alguna que otra cosa extraña:




Lo siguiente que vimos fue el Kinkakuji (Pabellón Dorado), templo más característico de prácticamente todo el país y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.  Las dos plantas superiores del pabellón están recubiertas con hojas de oro puro. Lástima que empezara a jarrear. Aún así, una preciosidad...







Debido a la lluvia y al cansancio acumulado, aquí finalizó nuestro primer día en Kyoto. 

2º DÍA
Para aprovechar  bien nuestro segundo y último día en Kyoto, decidimos alquilar unas bicis, el medio de transporte casi más extendido en esta ciudad, y madrugar mucho mucho.
Madrugamos tanto que llegamos al primer templo de nuestro orden del día, Ginkakuji (el Pabellón de Plata) y... ¡estaba cerrado! 


Lo mejor de este templo fue la vista desde el mirador en los jardines del templo y la inmersión en los colores del otoño, sin duda una de las mejores épocas para visitar Kyoto.

Al salir del templo recorrimos el Camino de la Filosofía con las bicis, lo que nos permitía pararnos en cada rincón que nos encontrábamos, dirección al Santuario de Heian Jingu Shrine. Como aún era bastante temprano, no había casi nadie y visitamos los jardines casi solas. Fue una pasada disfrutar de unos jardines preciosos con máxima tranquilidad y calma.




Nuestra última parada antes de comer fue el templo Nazenji. Este templo era gratis así que, como si estuviéramos en España, estaba a rebosar de gente y claro, después de nuestra idílica soledad en Heian Jingu, no nos hizo mucha gracia. Nos dimos una vuelta por los diferentes edificios del templo y nos fuimos a comer.

Si Tokyo no nos había parecido precisamente barato, Kyoto no se quedaba atrás y teniendo en cuenta los precios de los restaurantes y que muchos no aceptaban tarjeta de crédito, acabamos comiendo en una convenience store cojonoodles y espaguetis (oye, estaban bastante buenos).

Nuestra siguiente parada fue el templo Kiyomizu, desde el que disfrutamos de unas bonitas vistas y un paseo en el que vimos a muchísima gente vestida con los trajes tradicionales japones, ¡incluso vimos a una chica vestida de geisha! (suponemos que era disfraz o algo porque es muy muy raro ver a una geisha a plena luz del día y en un sitio tan transitado).


Saturadas de tanto templo, aparcamos nuestras bicis y nos fuimos a pasear por la zona de Gion. Al cruzar el río, nos topamos con una calle que bien podríamos identificar con Tokyo: tiendas, luces, más tiendas y muchas más luces. Nos chocó muchísimo y, sobre todo, porque en esa misma zona había mini-callejuelas que te hacían viajar entre Tokyo y Kyoto constantemente.

Para cerrar nuestra estancia en Japón, dimos un paseo con las bicis a la orilla del río desde Gion hasta nuestra guesthouse. Hicimos nuestras maletas con las compras y los recuerdos y nos despedimos de Japón con un "hasta luego".









AGRADECIMIENTOS:
- Seijun Suzuki, a.k.a. el japonesito, otro estudiante de intercambio en Sogang que nos ayudó con la preparación del viaje y, en especial, con la compra del billete de bus. 
- Jaume, nuestro catalán favorito, por prestarnos sus mapas y por sus recomendaciones.
- Sergio, por ayudarnos con el itinerario de Kyoto.
- Miguel, por su libretita negra, que nos acompañó en nuestra estancia en Tokyo.

1 comentario: